Ya nadie duda de que la construcción del Museo Guggenheim de Bilbao, diseñado por el arquitecto canadiense Frank O. Gehry, y su inauguración en 1997 han supuesto un rotundo éxito y han servido tanto para transformar la fisonomía de Bilbao, recuperando un espacio degradado como la ría, como para incluir a la ciudad en las rutas culturales y turísticas.
Otro tema, que no es el objeto de esta entrada, ha sido la carrera de otras ciudades españolas por tener su "Guggenheim", su edificio emblemático con ambiciones culturales, lo cual ha supuesto inversiones desmedidas con resultados muy dispares.
La apuesta de Bilbao fue fuerte, pero no sólo se trataba un edificio espectacular, sino que detrás había una potente Fundación que iba a dar contenido artístico al proyecto, como luego se ha visto a través de las excelentes exposiciones que se han podido ver en el Museo.
Siguiendo la tradición de la Fundación y a semejanza del magnífico edificio diseñado por Frank Lloyd Wright para su sede de Nueva York, la optimización del espacio dedicado a exposiciones no es la clave para entender el edificio ni para juzgarlo. Es mucho más fácil exponer y hay mucha más superficie para ello, en edificios en los que domine el ángulo recto.
Los edificios Guggenheim prefieren ser únicos, caprichosos y representativos de un momento concreto de la arquitectura y de la estética.
Las curvas son bellas y seductoras, pero no son ni prácticas ni utilitarias. Crean espacios cóncavos y convexos cuyo único sentido es el estético.
Las obras que más se han asimilado al Museo son obras que se han colocado en el exterior:
Puppy, Jeff Koons Mamá, Louise Bourgeois |
Y más recientemente:
El gran árbol y el ojo, Anish Kaapor
Tulipanes, Jeff Koons
Ya en el interior podemos ver la Instalación para Bilbao de Jenny Holzer, 1997, que va cambiando según los textos que muestra y según el piso desde el que se observa la obra:
Pero donde, para mí, se produce un maridaje perfecto entre continente y contenido es en la sala que alberga la monumental obra de Richard Serra, La Materia del tiempo.
La instalación está compuesta por 8 obras del genial escultor minimalista estadounidense, todas ellas realizadas en acero corten de 5 cm de espesor.
Son de derecha a izquierda:
-Torsión espiral A (cerrada/abierta/cerrada/abierta/cerrada)
-Torsión elíptica
-Torsión elíptica doble
-Serpiente
-Torsión espiral B (derecha/izquierda)
-Torsión espiral C (abierta/izquierda/cerrada/derecha)
-Entre toro y esfera
-Punto ciego invertido
Todas estas obras fueron expresamente realizadas por Richard Serra entre 2003 y 2005, salvo Serpiente de 1994-1997 (que se encuentra en el Museo desde su inauguración).
Cada obra es importante, pero no lo es menos la relación entre ellas, sus posiciones relativas y los espacios que el escultor ha dejado para la deambulación del espectador.
Vista cenital Torsión espiral A
Interior Torsión espiral A
Interior Torsión espiral A
El recorrido de la Materia del tiempo es siempre sorprendente, nuevas formas, nuevos matices de color, nuevas perspectivas entrando y saliendo de cada obra.
Torsión elíptica
Serpiente y torsión elíptica doble
Serpiente
Interior serpiente
Interior serpiente
La distribución de las obras crea pasillos que siempre van generando la sorpresa en el espectador, le hacen descubrir nuevas formas, le llevan hacia lo abierto o lo cerrado, hacia lo comprimido o lo colosal.
Torsión espiral B
Torsión espiral C
Serpiente y Torsión espiral B
Las dimensiones de las obras se adaptan perfectamente a las dimensiones y formas de la sala. Todo parece en armonía en este
viaje iniciático.
Entre toro y esfera
Entre toro y esfera
Entre toro y esfera
Recorrer con detenimiento la Materia del tiempo lleva su tiempo, pero creo que la propuesta de Richard Serra no es sólo cronológica. La Materia del tiempo es el espacio, la forma y la continua novedad de la vida. La Materia del tiempo es ir cambiando de posición para descubrir distintas visiones y posibilidades que el tiempo nos ofrece.
Punto ciego invertido
La Materia del tiempo es un elogio a la curva, a lo sutil, a lo cambiante, al paseo, a la contemplación. La línea recta es el camino más corto, pero no es el que más ricas y variadas impresiones y vivencias produce.
La Materia del tiempo es una gran obra emplazada en el lugar adecuado. Recorrerla es una verdadera experiencia vital que conviene repetir.
Por cierto, Bilbao tiene muchas otras cosas que ver como su magnífico Museo de Bellas Artes, una colección con una gran solera y cuya riqueza de contenidos se debe al trabajo conjunto de instituciones y ciudadanos.
La Materia del tiempo es una gran obra emplazada en el lugar adecuado. Recorrerla es una verdadera experiencia vital que conviene repetir.
Por cierto, Bilbao tiene muchas otras cosas que ver como su magnífico Museo de Bellas Artes, una colección con una gran solera y cuya riqueza de contenidos se debe al trabajo conjunto de instituciones y ciudadanos.