La fotógrafa Diane Arbus nació en Nueva York en 1923 en una rica familia judía que se dedicaba al comercio de pieles. Algo artístico debía haber en los genes o en el ambiente, porque su hermano fue el poeta Howard Nemerov. Con sólo 14 años, comenzó una relación con Allan Arbus, un joven que trabajaba en el negocio familiar, con quien se casó con sólo 18 años en 1941. Su opulenta familia, que vivía en la Quinta Avenida, hubiera preferido otro tipo de candidato, pero al fin cedió.
En 1954, tras el nacimiento de su segundo hijo, Diane comienza a a sentirse atraída por los personajes excéntricos, extraños, poco convencionales que encuentra durante sus paseos por Harlem y otros barrios de Nueva York. En 1957 deja la fotografía de moda y comienza a recibir clases de la fotógrafa austríaca afincada en EEUU, Lisette Model. Con ella descubre su vocación de la fotografía de lo prohibido.
Para Diane Arbus lo más valioso no era la fotografía en si misma, sino el proceso, la experiencia. La fotografía era el trofeo, lo que recibía como premio después de la aventura. Le interesaban los seres humanos e iba a su encuentro, buscaba lo que guardaban en su interior. "La fotografía es un secreto que habla de un secreto. Cuanto más te dice, menos te enteras", decía.
Gemelas, 1967 |
El gigante judío con sus padres, 1970 |
Diane Arbus fue mucho más que una coleccionadora de frikis. Arbus explora los límites de la sociedad, los marginados, los enfermos mentales, los deformes, los excéntricos, los transexuales, pero también la gente corriente y ordinaria. Es su mirada la que los hace extraordinarios.
Tal vez sus propias crisis depresivas le hacían especialmente sensible para captar la tristeza en otros seres humanos
Se sintió muy atraída por el mundo del circo, los artistas circenses eran sus ídolos, y también por los travestidos, a los que consideraba unos pioneros.
Su mirada sobre los enanos o los disminuidos psíquicos no es morbosa ni caritativa, está llena de interés y de empatía.
La atracción de Diane Arbus por los diferentes puede deberse a su propia búsqueda interior. Comprender a los otros es comprenderse a sí mismo. Ella siempre se sintió distinta, un poco fuera de sitio, perseguida por la tristeza.
Extremadamente sensible y vulnerable, Diane Arbus se suicidó en 1971. Su obra sigue y seguirá interesando, porque cada ser humano es un misterio y ella lo exploró e hizo un bello canto a la diferencia. Pero no pudo más y como le dijo su hermano el poeta Howard Nemerov en Para D-Muerta por su propia mano :
Ahora ya no estás,
te negaste a seguir jugando el juego de los adultos
en el que, manteniendo el equilibrio en la cima que corona la oscuridad
se sigue corriendo sin mirar abajo
y nunca se salta por temor a caer
te negaste a seguir jugando el juego de los adultos
en el que, manteniendo el equilibrio en la cima que corona la oscuridad
se sigue corriendo sin mirar abajo
y nunca se salta por temor a caer
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe gusta mucho la obra de Arbus (:
ResponderEliminarjeje, saludos, me topé hasta viendo algo de bernini :p
Bueno,siempre está bien encontrarse con sorpresas. A mí también me gusta mucho la Arbus. Perdona la tardanza en contestarte, pero tenía un problema con Blogger que no me dejaba. Saludos.
ResponderEliminarGracias, yo conocía algunas de sus fotografías, pero no sabia nada sobre ella.
ResponderEliminarUna vida muy interesante aunque difícil,¿verdad Carmen?
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