viernes, 28 de enero de 2011

Venecia: dos pintores, dos visiones


En un mismo lugar ¿vemos todos lo mismo?  Una misma realidad ¿la percibimos igual? Cuando era pequeña me preguntaba si todos veíamos los colores igual. Hay algo a lo que llamamos amarillo ¿pero es lo mismo en el cerebro de todos nosotros? Hay muchas preguntas que quedan sin respuesta.

Vayamos a un ejemplo concreto la ciudad de Venecia. Compuesta por 118 islas unidas por 354 puentes y dividida por 177 ríos y canales siempre me pareció una ciudad imposible, irracional y maravillosa. Pero mi opinión particular no creo que sea muy interesante. Muchos han pintado Venecia pero veamos cómo la vieron Canaletto y Turner.



Canaletto (1697-1768) es un pintor veneciano cuyo verdadero nombre era Giovanni Antonio Canal. Lo conocemos sobre todo por sus paisajes urbanos, vedute, de Venecia pero también pintó otros lugares de Italia e Inglaterra, sobre todo Londres. ¿Qué ve Canaletto en Venecia?










Canaletto ve una preciosa ciudad, la suya, que ama profundamente. Y resalta en sus cuadros sobre todo la arquitectura de Venecia, edificios maravillosos no le faltan y, si no, se los inventa o los cambia de lugar. Su Venecia es una ciudad real, en la que hay vida y movimiento, en la que sus habitantes están en sus plazas, "campos" , muelles y góndolas.




Muy diferente es la Venecia de Turner


Joseph Mallord William Turner ( 1775- 1851) pintor romántico inglés es un gran maestro tanto en la pintura al óleo como en la acuarela. Gran paisajista obsesionado por la luz, inspirado por los clásicos, pleno integrante del romanticismo, en su pintura se ven elementos que anuncian el impresionismo. Turner, como muchos de los pintores del Norte de la época, realizó varios viajes a Italia, pero, al contrario de muchos de sus coetáneos, lo que le cautivó no fue la arquitectura antigua, ni la luz del sur, sino la a veces brumosa cuidad de los canales. Fue allí donde más tiempo pasó y más obras realizó. Veamos unas pocas.











¿Otra Venecia? Creo que sí. La Venecia de Turner es sobre todo Laguna, canales, cielo, luz. La arquitectura, las embarcaciones son ligeras presencias que acompañan o enmarcan pero que no definen. Sus habitantes tenues sombras, a penas definidas. Una ciudad menos clara, más húmeda, más brumosa, más acuática que emerge como por encanto, que está flotando, suspendida. Una Venecia vista en otro tiempo, por un extranjero, por alguien con una sensibilidad distinta y que explora otros caminos de la pintura.

Y me seguiré siempre preguntando ¿mi amarillo es tu amarillo?

lunes, 24 de enero de 2011

Walter Sickert, el lado oscuro del impresionismo


¿Puede ser considerada la obra de un artista como prueba de cargo en un asesinato? Parece ser que en determinadas circunstancias sí.

Después de semejante introducción, el cuadro que encabeza este artículo, El zapato rosa de Walter Sickert, nos parecerá el escenario de un crimen reciente en el que se está esperando la llegada de la policía. En otras circunstancias hubieramos pensado que se trataba de una mujer exhausta después de una noche de placer y/o de trabajo.



Este es Walter Sickert en 1884, cuatro años antes de que comenzaran los asesinatos de Jack el Destripador. No tiene pinta de asesino en serie, pero como en toda buena película negra, las apariencias engañan. Eso es, al menos, lo que asegura  la novelista Patricia Cornwell en Retrato de un Asesino. Jack el Destripador - Caso Cerrado publicada en 2002.

¿Cuáles son las pruebas contra Sickert? Según Cornwell este artista nacido en Munich en 1860 en una familia bastante rígida es sospechoso por: una malformación en su pene que le impedía consumar el acto sexual, gustarle el travestismo, ser guapo y atractivo, casarse varias veces, ser culo de mal asiento, sentir atracción por los barrios de mala fama y por  último, pero es la prueba concluyente, por su obra artística.






Hay que reconocer que el gusto de Sickert por el desnudo oscuro coincide en el tiempo con la comisión de los crímenes. Pero, el hecho desancadenante de estas obras fue el descubrimiento por parte del artista de los desnudos de Degas. A Sickert le gusta el lado escabroso, morboso y lo explora. Su obra, además, fue muy bien acogida en París donde se le consideró un innovador que rompía el intolerable cliché de la pintura clara y se le admiró por su inmoralismo y su visión anti-burguesa.






Cornwell tiene que reconocer que no tiene ninguna prueba definitiva que permita asegurar que Sickert era Jack el Destripador. Pero cuidado con lo que se pinta, porque dentro de cien años ¿de qué se le acusará a Lucian Freud o Fancis Bacon?


domingo, 23 de enero de 2011

Lugares que inspiran: L'Etretat






Hay lugares que son especiales y despiertan la inspiración de los artistas. L'Etretat es uno de ellos. L'Etretat se encuentra en la costa de la Normandia francesa, a no demasiados kilómetros al noreste de El Havre. Ya en el  XIX dejó de ser un pequeño pueblo pesquero para convertirse en una villa turística.




Sus inmensos acantilados de tierra caliza son únicos y  han atraído he inspirado a numerosos personajes: al músico Jacques Offenbach, a los escritores Gustave Flaubert, Guy de Maupassant, Georges Simenon o Maurice Leblanc y, como no, a no pocos pintores.

George Inness

L'Etretat con puesta de sol, Boudin
Acantilados Etretat, Courbet
Tormenta en el Etretat, Courbet

Acantilados de L'Etretat, Boudin




La naturaleza no sólo muestra en esta costa su belleza, sino también su inmenso poder y su fuerza. Las distintas condiciones de luz, de la marea y meteorológicas producen imágenes cambiantes llenas de matices. Un marco ideal para el "maniático" Claude Monet.


Le Manemort

Le Manemort

Acantilado de L'Etretat

Acantilados Etretat


Marea alta

Puesta de sol en L'Etretat

La Porte D'Aval con los barcos saliendo a la pesca

Lluvia en el Etretat




Un lugar que merece nuestra visita aunque no nos visiten las Musas.

lunes, 17 de enero de 2011

Metrópolis



Metrópolis George Grosz, 1917

Varias obras de artistas alemanes del periodo de entreguerras llevan este nombre ¿Por qué?

Berlín no fue capital de Alemania hasta 1871. En esa fecha tenía unos 825.000 habitantes, más de 4.000.000 en 1925. Es decir su población se multiplica por 5 en poco más de 50 años y la ciudad se convierte en un referente cultural, arquitectónico y centro financiero a nivel mundial.

El cuadro Metrópolis de Grosz muestra el movimiento y el caos propios de una gran ciudad. Y lo hace con unas perspectivas imposibles, en tonos oscuros en contraste con rojos y azules, con unas figuras espectrales que corren y se cruzan sin mirarse.

En 1918 Alemania pierde la I Guerra Mundial, firma en 1919 el tratado de Versalles. Es un país derrotado que además está sujeto a la pérdida de parte de su territorio y a durísimas condiciones de reparación. Los años de la República de Weimar son una época de crisis política, económica, financiera, monetaria y social. Pero,  paradójicamente, son años de una gran actividad artística y creativa. Brillan figuras como Bertolt Brecht  en el teatro,  Kurt Weil en la composición, Friedrich Wilhelm Murnau y Fritz Lang en el cine; son los años de la Bauhaus y de numerosas vanguardias creativas.

¿Cómo era Berlín en 1927?




Una gran ciudad con mucho movimiento y grandes desigualdades sociales (*).


En este clima nacieron dos grandes obras: La película Metrópolis de Fritz Lang y el tríptico Metrópolis de Otto Dix.


Metrópolis es considerada una obra maestra del Expresionismo alemán en el cine y narra el conflicto que enfrenta a los dos grupos antagónicos en que se divide la sociedad: la élite de propietarios y pensadores que viven en la superficie, en un mundo de grandes rascacielos y paisajes urbanos, y la casta de trabajadores, que viven en el subsuelo y que trabajan sin cesar para mantener el modo de vida de los de la superficie. Todo ello en el futuro y aderezado con un robot y una historia de amor.

Y ahora vemos otra Metrópolis completamente distinta. Es una obra Otto Dix relizada entre 1927 y 1928 en temple sobre tabla y tiene unas dimensiones considerables: 181x400 cm



En esta obra de grandes dimensiones Otto Dix elige como formato
el tríptico, tradicionalmente utilizado para escenas religiosas. Pero el contenido es muy distinto, se trata de una feroz crítica a la ciudad de Berlín, un lugar de alta densidaa humana, donde el sexo es lo que todos buscan y el cuerpo de la mujer el gran reclamo. 


En la tabla de la izquierda vemos una escena de prostitución callejera. Ante el reclamo procaz de las prostitutas, Dix muestra el deseo a través de su cara opuesta: la impotencia representada por el mutilado de guerra y el hombre caído sobre el pavimento, tal vez por los excesos del alcohol. 



La tabla central muestra el Berlín de las clases acomodadas que ama la fiesta y baila a ritmo de Jazz sin importarle la miseria que ha quedado fuera. En la esquina superior izquierda aparece un personaje que guarda un extraordinario parecido con James Joyce. En 1927 apareció la versión alemana de Ulises y Dix la leyó.


La tabla derecha muestra el interior de un prostíbulo. La mujer en primer plano lleva una especie de boa de piel, que enmarca un vestido rosa con una forma muy sugestiva. Todo ello evoca claramente "el origen del mundo", "la puerta del paraíso" o, dicho más crudamente, un sexo femenino gigante emblema de la profesión que allí se ejerce.




Eran momentos convulsos. Seis años después, en 1933, Hitler llega al poder y comienza un catastrófico capítulo de la historia de Alemania y de la humanidad.

(*) Imágenes del film documental Sinfonía de una ciudad dirigido en 1927 por Walter Ruttmann.