domingo, 26 de junio de 2011

Las otras mujeres de Leonardo

La Gioconda, Leonardo da Vinci,  1503-1506

De La Gioconda mucho se ha hablado y especulado, quizás demasiado. De las mujeres de la vida real de Leonardo tampoco vamos a decir nada, ni sabríamos cómo. Excluimos también las representaciones varias que Leonardo hizo de María, madre de Jesús. Nos vamos a ocupar sólo de las otras mujeres a las que retrató Leonardo y como veréis no va a ser una tarea muy ardua ni extensa. 



 
Este primer retrato data de 1474-1476 y se encuentra en la National Gallery of Art de Washington gracias a la buena suma que, para su adquisición, pagó este museo a la familia real de Liechtenstein. Se trata de un cuadro de pequeño tamaño, de unos 37 x 39 cm. Puede que en el pasado fuera algo más grande e incluyera las manos de la mujer.

La retratada parece ser Ginebra de Benci y se llegó a esta conclusión siguiendo las pistas botánicas que dejó Leonardo. Las ramas que enmarcan la figura son de enebro, cuyo nombre en italiano, ginepro, es fonéticamente muy próximo a Ginebra. En la parte posterior del cuadro hay una rama de laurel que se cruza con otra de palmera. Ambas encierran un lema en latín: Virtutem Forma Decorat, que quiere decir, La Belleza es el ornamento de la Virtud. Este emblema parece pertenecer a Bernardo Bembo, embajador de Venecia en Florencia que mantuvo con Ginebra una amistad platónica.

Ausencia de pestañas, cejas apenas presentes, mirada enigmática y vacía, luz en la piel, gesto duro y a la vez tranquilo, así pintó Leonardo a esta dama florentina a la que sus contemporáneos admiraban por su inteligencia.



Pintado entre 1488 y 1490 este óleo sobre tabla es un poco más grande ( 40 x 55 cm) y se conserva en el Museo Czartoryski de Cracovia. Parece ser que no fue así como lo dejó Leonardo: en el fondo pudo haber un paisaje, hay retoques groseros en los dedos, lo que fue un velo transparente ha sido transformado en extraño peinado, hubo una ventana a la derecha que explica la luz tan intensa que ilumina a la Dama...Sea como fuese, el cuadro es de una intentísima belleza, la figura emana un encanto irresistible y brilla con luz propia.

La retratada es Cecilia Gallerani una joven amante de Ludovico Sforza, Duque de Milán. Parece que Cecilia y Leonardo se conocieron en 1484 en el Castillo Sforzesco de Milán donde ambos vivían bajo el techo de Ludovico, apodado el "Moro". Cecilia además de ser joven y bella, interpretaba música y escribía poesía.

¿Por qué sostiene y acaricia Cecilia un armiño? Puede ser, de nuevo, un juego fonético de Leonardo: armiño en griego se pronuncia "galé" y el apellido de la dama era Gallerani. Puede ser una alusión a Ludovico en cuyo emblema había un «L'Ermellino», un pequeño armiño. Leonardo también pudo utilizar el armiño como elemento simbólico ya que podía representar la aristocracia, la estabilidad, la tranquilidad.

No sabemos a quién miran o escuchan Cecilia y su armiño, ni qué provoca la media sonrisa que se adivina en los labios de la bella joven. Parece haber una correspondencia estética entre el largo cuello de Cecilia y el de su mascota.

¿Cómo llegó el cuadro a Cracovia? Parece ser que tras la caída de Ludovico por la invasión de Luis XII de Francia, La Dama quedó en manos del rey francés, gran admirador de Leonardo y su último mecenas ( cabe recordar que da Vinci murió en Francia ). Durante la revolución francesa la obra fue adquirida por la familia Czartoryski que la instaló en su colección de Cracovia. Y allí sigue pese a algunos avatares que sufrió durante la ocupación de Polonia en la II Guerra Mundial (*).




Y llegamos al último retrato. Se trata de La Belle Ferronière pintada por Leonardo entre 1490 y 1495. Es un poco más grande que sus compañeras ( 44 x 62 cm) y se encuentra en el Museo del Louvre, donde, incomprensiblemente, recibe muchísimas menos visitas que la celebérrima Gioconda.

El nombre del cuadro es cuando menos curioso. Le Belle Ferronière era una de las amantes de Francisco I, rey de Francia y sucesor del antes mencionado Luis XII. El aparente consentidor ferretero (ferronier) se vengó contrayendo la sífilis que contagió a su mujer y ésta a su real amante. La Belle Ferronière dio su nombre a una joya que se puso de moda en Francia e Italia: una cadena o cinta en la frente que sujeta el pelo y se cierra delante con un camafeo o piedra preciosa. Se rumorea que la bella la llevaba para disimular los signos de su enfermedad. 

El caso es que la dama pintada por Leonardo lleva esa joya y, por ella, se le puso ese nombre en siglo XVIII. La identidad de la retratada no está nada clara. Lo más probable es que se trate de Beatriz de Este, esposa de Ludovico el Moro, o de Lucrezia Crivelli otra amante del duque.


La mirada de la bella elude la del pintor y la del espectador y se fija en alguien o algo, presente o ausente, que sólo conocen ella y sus circunstancias. Una mirada no sabemos si de desafío o de melancolía porque las facciones son suaves, pero parecen reflejar decisión y temperamento, dulzura y tenacidad, juventud, experiencia y misterio.  


Todo en el rostro de La Belle Ferronière está modelado con matices finísimos de luz y de sombra, reflejándose los tonos del vestido en el rubor de sus mejillas.

(*) Excepcionalmente La Dama del Armiño puede visitarse en el Palacio Real de Madrid del 3 de junio al 18 de agosto de 2011.

miércoles, 15 de junio de 2011

Man Ray, autorretratos




Man Ray, autorretrato, 1931

Dice la Real Academia Española de la lengua que autorretrato es el "retrato de una persona hecho por ella misma". La doble definición de retrato puede aclararnos algo más: 1. "Pintura o efigie principalmente de una persona"; 2. "Descripción de la figura o carácter, o sea, de las cualidades físicas o morales de una persona".


Man Ray, autorretrato, 1916

Este es el primer autorretrato que hemos encontrado de Man Ray. Lo primero que eligió para presentarse fue su nombre, ya que el del registro civil era Emmanuel Rudzitsky, nacido en Filadelfia en 1890. En 1916, Man Ray se define a sí mismo a través de un ensamblaje dadaísta en el que una huella y elementos de un timbre le describen como ser humano.

El movimiento Dadá nació en Zurich pero pronto hubo un núcleo en Nueva York en el que se integraron los recién llegados de Francia Marcel Duchamp y Francis Picabia, y el propio Man Ray. El dadaísmo fue un movimiento antibélico que surgió durante la I Guerra Mundial, y se caracterizó por rebelarse contra las convenciones literarias y artísticas y, especialmente, por burlarse del arte burgués. Podemos decir que es un antiarte que se cuestiona todo, incluso a sí mismo.
 
Creo que el dadaísmo estaba impregnado de un cierto humor, que impregna también este primer autorretrato de Man Ray.

Recordemos que un año más tarde Marcel Duchamp "revolucionó" la historia del arte con su ready-made La fuente, un urinario firmado R. Mutt.



 


En este autorretrato con pipa de 1921, Man Ray, recién llegado a París, se presenta como un hombre corriente, sólo su particular y penetrante mirada le delata. Hay algo especial en los autorretratos fotográficos, mientras que cuando se pinta el artista se está mirando, en fotografía esta mirada es posterior no se realiza en el momento de disparar la cámara.

En 1931, Man Ray se representa como fotógrafo en una imagen poderosa en la queda claro que controla la técnica, que también posee una estética particular.




En este autorretrato de 1932, Man Ray ejerce de surrealista. La puesta en escena de un suicidio múltiple, no por los muertos sino por los medios, y a hora fija, tiene todos los ingredientes de una performance surrealista que provoca y hace reaccionar al espectador.



En esta otra fotografía de 1933 se reivindica como artista creador.  Su propia obra (Lágrimas)  de fondo, su  imagen reconstruida con objetos que adquieren un nuevo sentido en la composición. El espíritu Dada sigue vivo en su obra.


En estos dos autorretratos, Londres 1938 y Hollywood 1944, Man Ray juega con la distorsión. En el primero con el reflejo en un objeto esférico, en el segundo jugando con un espejo y una lente de ojo de pez. Man Ray utilizaba a menudo las distorsiones, pero estas dos obras nos recuerdan a el autorretrato con espejo esférico de M.C. Escher de 1935. No sabemos si la influencia existió o si se trata sólo de una coincidencia.



En este retrato de 1947, Man Ray se coloca en el punto de mira, no sabemos si de un arma, estamos en el inicio de la Guerra Fría. Man Ray vivió en EEUU de 1940  a 1950. La cruz virtual resalta las disimetrías de su rostro.



En esta última foto de 1948, un maduro Man Ray se autorrepresenta como bohemio y muy francés.



 
A veces las palabras, retratan más que las imágenes. Acabamos ya con este pequeño ensayo dadaísta escrito por un maduro Man Ray de 68 años en 1958. "¿Por qué? ¿A quién le importa? ¿A quién no le importa? Dada ha muerto. O sigue vivo. No se puede revivir algo que esta vivo ni podemos revivir algo que está muerto." El resto es un juego de palabras que forzosamente hay que leer en inglés.



Man Ray tenía los ojos bien abiertos e inquietos, la mente también. Fue uno de los mejores creadores de imágenes del siglo XX. En esta entrada sólo hemos pretendido verle mejor, en otras seguiremos disfrutando de su extensa y variada obra.








miércoles, 8 de junio de 2011

El origen del dibujo




Alberto Durero, Estudio de tres manos, 1494-5

¿Cuál es el origen del dibujo? El origen del dibujo es el mismo que el del arte en general: la necesidad del hombre de representar, de imitar la naturaleza, de comunicar, de convertirse en creador. Tal vez el primer dibujo se hizo en arena y con un palo, tal vez nació de la necesidad de comunicarse, de hacerse entender,...Pero esto no es más que una especulación.



Lascaux, hace unos 18.000 años

Altamira, hace unos 15.000 años


  Niaux, hace unos 13.000 años
Lo que sí sabemos es que los hombres del Paleolítico Superior dibujaban y que los que lo hacían, lo hacían muy bien. Nos sigue sorprendiendo lo esquemáticas y realistas que son sus obras. Pintaban sobre todo animales y escenas de caza, lo que representaba su forma de vida y de subsistencia. Utilizaban los pigmentos que encontraban en la naturaleza y como lienzos  las paredes de las cuevas, llegando a aprovechar las hendiduras y desniveles de las mismas para conseguir efectos de volumen.

El hombre de Vitruvio, Leonardo da Vinci, 1487

Estudio para la Creación de Adán, Miguel Ángel, hacia 1508

Mucho tiempo pasó entre la cultura Magdaleniense y el Renacimiento, pero el hombre siguió y sigue dibujando. Ni siquiera más de 170 años de cultura fotográfica han logrado que el dibujo desaparezca. El dibujo está en origen de casi todas las artes visuales. "Puedo enseñaros el arte de la escultura en una sola palabra: dibujad", decía Donatello a su alumnos.



Joseph-Benoit Suvée, El descubrimiento del dibujo, 1793

El origen de la pintura, David Allan, 1775


Es bueno que toda actividad nazca de una leyenda, aunque esta sea falsa, porque tenemos tanta necesidad de realidad como de ficción. Plinio el Viejo dice en su Historia Natural que no tenemos ningún conocimiento cierto del origen de la pintura ni él se propone encontrarlo. Sin embargo recoge la leyenda griega sobre el origen del dibujo: Todo ocurrió unos 600 años antes de nuestra era. Una joven corintia muy enamorada, desesperada por la inminente partida de su amor al extranjero, vio con ojos nuevos la sombra que del perfil de su amado formaba la luz de una vela en la pared. Ni corta ni perezosa, repasó con carboncillo el perfil de la sombra para quedarse así con la imagen de su amante. Había nacido así el primer dibujo y el primer retrato.
Jean-Baptiste Regnault, El origen de la pintura, 1785

Joseph Wright of Derby (1734-1797), La doncella corintia, 1782-4

El padre de ella, que se llamaba Butades,  modeló en arcilla el busto del joven a partir del dibujo de su hija, cociéndolo después en el horno. La hija dio origen a la pintura, el padre fue el modelador de la primera escultura. Una familia muy apañada. Esta leyenda, que se conoce como la de Butades, no fue muy representada hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX. No sabemos el nombre de la joven, ni si su amado volvió, ni si su amor se apagó y un día enfadada o cansada borró el dibujo en un intento de olvidarse de él. Las más bellas historias de amor son las incompletas.
Toda leyenda tiene su parte de verdad y puede que en el origen del dibujo esté el amor, la voluntad de acercarnos a los otros, el intento de detener el tiempo, de salvar un momento del río que nos lleva.






Karl Friedrich Schinkel, Origen de la pintura, 1830
Guillermo Pérez Villalta, La sombra dibujada, 1994

Estas son otras versiones del mismo mito, el dibujo siempre nace de la sombra.
  
Francine van Hove, Dibutades, 2007


Vitaly Komar (1943) y Alexander Melamid (1945), Los orígenes del Realismo Socialista Nostálgico, 1982-3

Esta última obra retoma el mito para criticar a otro con mucha ironía.