Akseli Gallen-Kallela, Los rápidos de Mäntykoski, 1892-4, óleo sobre tela, 270x156cm, Helsinki, Colección particular
Se trata de una obra colosal por sus dimensiones y por el reto que se propuso su autor: no sólo presentar un trozo de la maravillosa naturaleza finlandesa, sino, además, representar la musicalidad de manera visual. En los trabajos preparatorios y en una primera versión del lienzo había una figura masculina que tocaba la cítara finlandesa y una ninfa. Pero esta solución no convenció a Gallen-Kallela.
Y Gallen-Kallela tuvo una idea genial: cinco líneas verticales doradas, como cinco cuerdas tensas dan al cuadro la musicalidad buscada. ¡En un mismo marco, un paisaje realista y unas líneas abstractas en el final del siglo XIX! La abstracción como modo de mostrar lo irrepresentable. Y es imposible observar este cuadro sin que en nuestro cerebro resuene la música de la cascada cuyas gotas, en su caída, hacen vibrar las cuerdas de oro, sin que nuestro cuerpo sienta el frescor de esa nube de agua que flota tras el choque. Y es que esta obra maestra despierta nuestros sentidos.
Como me ha hecho ver mi amiga Matilde el número 5 no es casual, 5 son las líneas del pentagrama.
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